Hace poco hubo un
ligero revuelo, similar a la brisa que te despeina por las mañanas, por un
corto video de un conocido Youtuber que mostraba un lado un poquito más tóxico (palabra que cogeremos con pinzas
por el momento) de lo que la comunidad de Overwatch
parece en un principio. La gente saltó, sorprendida, tan pronto como le fue
posible: “la comunidad de Overwatch
no es así, la fanbase de Overwatch no es tóxica”.
Pues una falacia. No
hay más. Absolutamente cualquier videojuego (vamos a limitarnos a los
videojuegos en este caso) que incorpore un PvP
va a tener un lado, un trocito, una miaja
–que se dice–, de toxicidad. Porque la gente es como es, y vergüenza me daría
seguir intentando pensar, decir o creer que no es así, y mucho menos en pleno
2016, y mucho menos con lo fácil que es acceder a Internet y a juegos F2P. ¿Es
una mayoría, es una minoría, es siquiera una porción relevante? No lo sé, y
tampoco es competencia mía porque, la verdad, bloquear a la gente es algo
rematadamente fácil de hacer como para que yo tenga que perder el tiempo con
según qué jugadores. A resumidas cuentas, hablando en plata, si un juego lo
conforman un 99% de jugadores que van a su bola sin meterse con nadie e
intentan hacer lo que buenamente pueden y un 1% de monos que por algún motivo
saben teclear, este 1% seguirá molestando de la misma forma que lo haría un
porcentaje más alto, pero de forma menos frecuente.
Hoy tras el Máster,
pensé en jugar un rato al SMITE
(juego que funciona como prácticamente cualquier MOBA, por lo que la
terminología, intuyo que, será similar). Al encontrar una partida de Justa
(3v3), me veo metido con un premade
de dos jugadores que, tan pronto como es físicamente posible, hacen instalock a un jungler y un mago respectivamente. Total, que me piden que juegue
con un cazador (una clase que actúa como ADC
o DPS, o similar). Yo les recuerdo
que no tenemos ningún support y que
suelo jugarlos bastante, así que sería mucho mejor para la composición del equipo,
ya que el equipo contrario probablemente llevase uno y en fin, charla y jerga
que no viene al cuento. Ellos insisten, yo insisto, que “quiero jugar con Baco,
confiad en mí, por favor”. Y ahí es cuando empieza lo interesante: “¿Por qué
nadie elegiría a Baco antes que a Artemisa?” “Dios mío, ¿en serio vas a jugar
con Baco?”
Llega un punto en el
que ya no puedo sino pasar del asunto y elijo a Baco igual porque mira, a jugar
a ver quién la tiene más grande sabemos jugar todos porque parecemos idiotas la
mitad de las veces y la otra mitad lo somos. El caso es que incluso ya dentro de
la partida siguen algunos mensajes del mismo palo, resumidos tal que así: que
para qué juego con un support
pudiendo elegir cualquier otro personaje.
Evidentemente, no vamos
a entrar en temas de composición de equipos, ni esto debe de ser visto como
romper una lanza por los support
(aunque también lo es), sino más bien sobre cómo dos personas que no han dudado
en elegir instantáneamente a los dos personajes que les ha salido del coño
intentan obligar a una tercera a jugar con un personaje que no quiere jugar;
sepa jugar con él o no.
El otro equipo, por
cierto, tenía un support bastante
bueno.
Ganamos la partida sin
mucha dificultad con un cómodo 22 a 8 muertes. Mi puntuación final fue: 4 muertes, 1 derrota y 15 asistencias. Lo que se traduce, en términos puramente
estadísticos, en que más de un 86% de las bajas del equipo contrario fueron gracias a mi
total o parcialmente. Ahora bien, esto podría parecer una de esas anécdotas en
las que al final, “quien ríe el último, ríe mejor”, y supongo que, en parte, lo
es. Pero yo no me reí de nadie. Ningún tipo de comentario –y perfectamente
estaría en mi derecho. Nada de “¿veis como los support son importantes?”, nada de “que os zurzan”. Conforme entré,
salí; sin decir nada. Me gustaría pensar que los eructos de Baco aún les hacen
eco en los oídos.